Por el alumno de 2º Bachillerato, Miguel Medina González.
José Ortega y Gasset dijo: “Nuestro tiempo es un tiempo que viene después de un tiempo de plenitud” y, en esta frase, se expresa de manera perfecta el cometido de las jornadas de las que se va a reflexionar en este artículo: conocer lo que nos precedió y el esfuerzo de aquellos que hicieron y siguen haciendo lo imposible para que el pasado no se sumerja en el olvido.
En primer lugar, la jornada a la que voy a dedicar parte del artículo, giró en torno al nazismo y la idea de llevarlas a cabo surgió cuando la madre de un alumno realizó una investigación acerca de sus familiares asesinados en el campo de concentración Mauthausen. Esto llamó la atención del profesor de historia Vicente, quien decidió poner en marcha esta jornada, en la que participarían alumnos e instituciones de Memoria Democrática.
Los alumnos hicieron, por grupos, una serie de posters que expresaban la barbarie nazi desde distintos apartados. Estos trabajos serían presentados delante de varias clases y de algunos expertos, como Ángel del Río, que también hicieron breves, pero interesantes, intervenciones. El resultado fue una gran implicación por parte del alumnado, el cual, en su mayoría, demostró gran interés por el proyecto. Y esto, en mi opinión, se debe a que un trabajo demanda que sea el individuo quien busque la información de primera mano, en lugar de escucharla; aspecto que, bajo mi punto de vista, fomenta el pensamiento crítico, así como el aprendizaje.
Ahora bien, la pregunta que surge es: “¿Son necesarias este tipo de jornadas?”. La respuesta es más que obvia: claramente son necesarias; estamos yendo por el camino correcto, el camino de concienciación en las aulas acerca de la memoria de los vencidos. Porque, este tipo de jornadas, son aun más apasionantes cuando se realizan en cursos previos a bachillerato, pues en estos cursos la historia de España queda silenciada por los despóticos libros de texto, creando una memoria selectiva e incompleta.
Entonces, la respuesta es clara, estas jornadas son necesarias; surge, sin embargo, otra pregunta: “¿Cómo lo ve la juventud?”. Porque si, estamos yendo por el camino correcto, con un objetivo claro de lucha contra el olvido que puede ser definido por la cita de George Orwell: “Quién controla el pasado, controlará el futuro”. Pero, lamento decir que, salvo excepciones, no a todos los jóvenes nos interesa la memoria democrática e histórica, pues este tema pertenece a otra generación y es totalmente entendible que no surja interés juvenil, así como así, pues es algo que nos coge muy lejos a la chavalería.
Aun así, hay cosas que se pueden hacer al respecto y es que como dijo Aldous Huxley: “Nunca es igual saber la verdad por uno mismo que tener que saberla por otro” y con esto me refiero a que debemos hacer que el estudiante tome un papel activo en el proceso de aprendizaje, debemos hacer que sean investigadores y soñadores y no únicamente espectadores. Y además creo que la labor de enseñar memoria histórica es, ante todo, una labor humanitaria, porque como dijo Gabriel García Márquez: “Recordar es fácil para el que tiene memoria. Olvidarse es difícil para el que tiene corazón”.
Luego es difícil darle una solución rápida al desentendimiento generalizado juvenil, pues dos citas de escritores famosos no bastan para solucionar el problema. Por ello propongo la mejora en tres aspectos referentes a los discursos que se suele realizar en este tipo de jornadas.
El primero sería la pasión, pues todos somos empujados a estudiar algo por la emoción que nos produce conocer acerca del tema en cuestión, sin embargo, a la hora de hablar de ello, nos asalta una seriedad hierática que no refleja lo que realmente sentimos. Por ello, creo que se debería exteriorizar la pasión que se siente, en este caso, por la memoria histórica, ya que al igual que se nos contagia una sonrisa, se nos contagia la pasión.
Por otro lado, creo que deberíamos expresar el discurso de una manera creativa y original, puesto que, sin intención de restarle importancia al contenido, la forma en que se presenta puede cambiar el punto de vista del espectador y hacer que vuelque toda su atención en el emisor.
Por último, creo que se debería priorizar el pensamiento crítico, ya que, rememorando la cita previamente mencionada de Aldous Huxley, no debemos hacer que los alumnos se limiten a escuchar, debemos hacer que ellos busquen la información y que interioricen las ideas en lugar de repetirlas como papagayos. Y es que, de esta forma, estaremos creando ciudadanos de gran capacidad crítica que han forjado su opinión de manera individual, pudiendo argumentarla de manera razonada.
Hoy en día, en el mundo de Youtube, tenemos claros ejemplos de que estas mejoras surten efecto, teniendo como modelos a divulgadores como Jaime Altozano, Ter o Javier Santaolalla, quienes han sabido plasmar estos tres aspectos mencionados anteriormente de forma maravillosa en sus discursos.
En conclusión, somos conscientes del problema, pero a pesar de esto, estamos yendo por el camino correcto, porque la juventud actual no es una generación perdida, es una generación de avances y de rebeldía donde la labor memorística aún puede llevarse a cabo. Por ello, tenemos que mostrar rebeldía por mejorar la educación que recibimos, desenterrando toda la memoria que se oculta, ya que como dijo el rapero venezolano Canserbero: “No es una solución darle educación a los pobres, cuando se trata de una pobre educación”