Me gustaría
dejar intacto mi recuerdo,
sin tachaduras
ni añadidos,
así,
tal cual.
Si fuese posible,
no quisiera mutilarlo ni troquelarlo,
sino dejarlo en mí
fresco,
como ahora,
en presente.
Desearía
mirarlo siempre con los ojos de hoy,
y contarlo con mi boca de hoy,
para así
conservarlo
definitivamente en mí.
Pero, a veces,
para salvarnos de la intemperie,
y el frío,
se hace
preciso
dejar atrás.
Soltar cola,
branquias, aletas, abrir pulmones
y respirar
ese aire fresco
que hoy
nos ofrece la vida.
Y entender
que esa poda no es impostura
que el pasado nos conforma
pero,
que urge, sobre todo,
seguir viviendo.
Isabel Ceverino Domínguez
Departamento de Biología y Geología


