La cafetería del Instituto Cristóbal de Monroy, liderada por Victoria Águila Costales, nos presenta su nueva imagen: una maravilla visual, un jardín de libélulas con las que renacer un curso más. Aquí tenemos nuestro lugar para reponer energías, un espacio donde hacer paréntesis entre clases y reuniones,  ese  rincón de charlas y buena compañía.

Vicky, un curso más, nos da la bienvenida. En esta ocasión, con la historia que la ha traído a nuestro Instituto.

Muchas gracias de parte de toda la Comunidad Educativa.

Me encantan las historias y quería contaros la de este jardín.

Quizás todo comenzó hace 20 años , cuando tras una larga temporada con problemas económicos y con unas fuertes dudas sobre esa frase de «los niños vienen con un pan debajo del brazo», yo incrédula, andaba pensando dónde estaría el pan de mi hija que casi cumplía su primer año.

Aún recuerdo el día que nos llamaron para decirnos que nuestro proyecto había sido seleccionado entre todos para hacernos cargo de la cafetería del IES  Profesor Tierno Galván. Recuerdo que lloré de emoción. Invertimos lo poco que nos quedaba y sin experiencia alguna hicimos de aquello un hogar. Horas y horas de trabajo y mimo .

El jardín de Monroy está inspirado en los que he visto por las  ciudades europeas,  donde predominan los colores y los pequeños detalles que enamoran la vista de cualquiera. Escogí ramas quemadas para hacer el árbol, en homenaje a todos los que se han perdido este verano .

Las mesas se me ocurrió alicatarlas para solucionar el problema de espacio. Que fueran resistentes a las inclemencias de este tiempo nuestro. Así que ahora sirven para el frío y el calor, con la ventaja de que no se estropearán cuando comiencen las lluvias.

Las libélulas son un símbolo importante de este proyecto, porque forman parte de mi vida desde pequeña, pero eso es una historia que os contaré otro día.

Y el último elemento decorativo ha llegado por casualidad, pero tiene para mí un gran valor sentimental. Lo encontré ayer en el trastero del Tierno y fue un regalo de Eduardo, profesor de dibujo  en aquel entonces, subdirector del centro. Viendo nuestros pocos recursos, quiso ayudarnos y nos ofreció alguno de los mosaicos que andaban colgados por las paredes del instituto para decorar la cafetería.

Él ya no está, pero yo lo sigo teniendo muy presente. Eduardo era una de las mejores personas que he tenido la suerte de conocer.

Siempre me encantó este cuadro de flores sobre fondo rojo. Lo he querido colgar en este pequeño espacio, pero que yo siento muy grande, para acordarme de donde vengo.

Creo que este año todo está donde y como tiene que estar.

Vídeo:

Deseando compartir con vosotros este curso que empieza .🥰

Victoria Águila.