Déjame la  ilusión sencilla. 

Voy a buscarla libre de optimismos falsos. 

La construiré sin prisas, sin burocracia vacua e indolente, 

que repugna en los lodos de la complacencia inútil.

No me hundas con el peso de tu culpa,

disfrazada de principio universal.

Abro los ojos 

y el mundo me devuelve imágenes confusas.

Pero confío en, a pesar de mis dioptrías,

asir lo inefable para que se haga verbo.

Isabel López-Cepero.