POEMA XII
El mundo está varado,
sin el mar de fueguitos de Galeano.
Las imperiales ínfulas apagan cualquier hálito de luz.
No germinan los propósitos en la inacción, no hay movimiento.
No llueve y no se limpia lo podrido.
Se seca y resquebraja lo diario.
No se abona el cariño y queda abandonado.
Se desvanece, volátil, derrotado y estéril.
No se siembra sobre una tierra yerta
y se queda en barbecho la esperanza.
Tenemos que afrontarlo: ya no es impersonal;
son nuestras manos las que corrompen,
los pies universales pisotean.
Juntos debemos dar una respuesta.
Sembrada la simiente con un mimo exquisito,
se resguardará mimosa de la intemperie del olvido y la desgana,
reposando en la sima, donde crear raíces.
Isabel López-Cepero.