POEMA XVII

Era temprano.

Paseaban, deambulando entre sus avatares,

confusos, reticentes,

sin saber si era cierto o, todavía soñando, 

habían surgido de la nada.

Entonces, apareció a lo lejos, misteriosa,

ajena a su poder.

La miraron, la vieron, 

comprendieron lo que habían venido a hacer

y quién era ella.

Caminaron, confiados, con rumbo cierto, 

palpitando de deseo.

Con ese poder, todo comienzo es inapelable.

Ya atardecía, en un crepúsculo que anunciaba amaneceres.

Isabel López-Cepero.