Árbol abrazado a otro para sobrevivir

Patio delantero del IES. Cristóbal de Monroy

La sabiduría de la naturaleza nos presenta un caso de simbiosis entre un árbol marchito y su compañero de parterre.

El pasado 31 de enero nos visitó un experto arborista (rama especializada de la jardinería), Antonio Jesús Abril Arroyo, para hacer un estudio sobre la situación del arbolado de nuestro Centro. Entre las conclusiones de su análisis de los ejemplares monronianos, hubo una que es digna de ser publicada en nuestro periódico. Se trata de unos árboles que tenemos en el arriate de la izquierda en la entrada principal del IES. Cristóbal de Monroy. La mirada del profesional nos muestra el tronco hueco de uno de ellos y nos explica como instintivamente se ha apoyado en otro árbol cercano, para sobrevivir. El resultado a nuestros ojos sensibles es un abrazo arbóreo maravilloso. 

Véase y siéntase en el siguiente vídeo: https://youtube.com/shorts/WkPuivmZPUc?feature=share

Este descubrimiento surge a raíz del contacto del Delegado de transición ecológica, Pablo Chain (antiguo alumno de nuestro Centro) con nuestra Directora, María Quirós, para informarle de que la Comisión de Transición Ecológica de la localidad pretende evaluar el estado de los árboles de nuestro Instituto. Dicha comisión, formada por representantes del Ayuntamiento, asociaciones como Alwadi-Ira Grupo Ecologista, otros integrantes elegidos por sorteo y expertos de varios sectores, trabaja en un proyecto que intenta mejorar la calidad del cuidado de los árboles del pueblo. Con este fin, llega al Monroy Antonio Abril, que nos remite un informe de conclusiones, de las que destacamos estas palabras: “Bajo los criterios de arboricultura moderna, el objetivo de este estudio es conseguir una arboleda sana y con mayor cobertura vegetal, para beneficio de todas las personas del entorno […] El estado de los árboles del Monroy es bueno en general; los de nueva plantación no necesitan tutores (las guías que lo sostienen), pues se encuentran establecidos. En conclusión,  los árboles están muy bien cuidados”. 

El breve reportaje anterior contextualiza la objetividad de la información de un hecho tan importante; sin embargo, es la simbología emocional de este ejemplo de civilización de la naturaleza, lo que nos ha movido a dejar que el sentimiento aflore a través de la palabra. Compartimos, por tanto, con el lector: 

Desde el primer y dulce abrazo que nuestros padres nos dan al nacer, esta muestra de amor nos acompaña a lo largo de nuestra vida. Hay abrazos en los saludos y también en las despedidas; abrazos que muestran alegría o que nos reconfortan en momentos de dolor o tristeza; abrazos que protegen, que apoyan y que muestran gratitud. Hay abrazos familiares, entre amigos y entre amantes; unos abrazos son breves, otros se alargan y estiran en el tiempo como si no nos quisieran soltar; pueden ser suaves y delicados, o apretarnos con gran fuerza; algunos se dan mirando a los ojos, otros por la espalda de forma inesperada; pueden apretarnos por la cintura, por los hombros o abarcan nuestro tronco; hay abrazos con  movimiento, que nos zarandean con ímpetu, otros son quietos y delicados. Lo cierto es que, sean como sean, necesitamos abrazarnos y sentirnos abrazados.

Pero esta necesidad de contacto no es exclusiva de los seres humanos. Casi por casualidad hemos descubierto que también los árboles se abrazan. ¡Qué preciosa imagen nos da la bienvenida a nuestro instituto! Dos árboles entrelazan sus troncos, se apoyan y se arropan. ¡Preciosa simbología! Un maravilloso ejemplo de simbiosis (σύν, syn, juntos; y βίωσις, biosis, vivir). Con este hermoso gesto, recordamos que no estamos solos. Como muestra esta bella imagen, uno apoya, ayuda, arropa y da vida al otro. No son necesarias las palabras, sus troncos leñosos hablan por sí solos.

Escrito por Isabel López-Cepero Salud y Elena Pérez Ornia