Este curso 23/24, en el marco de la asignatura Lengua Castellana y Literatura, el profesorado de 4ESO ha seleccionado las Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer para trabajar la lectura guiada dentro del aula. Así, para hacer significativa su lectura, el alumnado está realizando una Situación de Aprendizaje que parte de las múltiples leyendas propuestas. El primer paso del producto final que marca el discurrir académico es la elaboración, previa lectura y selección, de una actualización de las mismas, en pro de generar una relación de los ejes temáticos propuestos por la obra original romántica y el entorno inmediato de nuestro alumnado. De este modo, para visibilizar el trabajo realizado, cada lunes bajo el título de Lunes de leyenda se publicarán las creaciones realizadas por los discentes. 

Este primer lunes, presentamos la renovación realizada de la leyenda “El gnomo”. Los autores de la misma son los alumnos de 4ESO F Samuel Sánchez Álvarez, Noelia Caballero García y Francisco Jesús García Romero. 

ACTUALIZACIÓN DE “EL GNOMO (LEYENDA ARAGONESA)”

En pleno siglo XXI, Sevilla se erigía como una metrópolis vibrante que mantenía un delicado equilibrio entre su historia milenaria y la modernidad. La ciudad estaba impregnada de una energía especial, donde las estrechas calles del casco antiguo convivían con rascacielos relucientes y centros tecnológicos de vanguardia.

En medio de este escenario ecléctico, vivía una joven llamada Laura. Nacida en una familia sevillana arraigada en la tradición, Laura se había criado en una casa donde las historias de su abuela sobre la Sevilla de antaño eran un legado apreciado. Pero Laura, con su espíritu curioso y deseos de explorar el mundo, se encontraba en un conflicto constante entre su amor por la tradición y su deseo de sumergirse en el futuro.

Laura era una periodista talentosa, y su trabajo la llevaba a recorrer la ciudad, entrevistar a los lugareños y descubrir historias que revelaban la esencia de Sevilla en el siglo XXI. A pesar de su éxito profesional, a menudo sentía que algo le faltaba, una conexión más profunda con la ciudad que tanto amaba.

Un día, mientras investigaba para un artículo sobre las costumbres y creencias populares que aún persistían en Sevilla, Laura se encontró con una anciana en un parque. La señora, doña Isabella, se ofreció a compartir algunas de las historias que le habían transmitido sus antepasados sobre la ciudad. Entre las muchas anécdotas que compartió, mencionó una historia peculiar acerca de un antiguo gnomo que, según decían, había sido el guardián de la ciudad en tiempos remotos.

Laura se sintió intrigada por esta historia y decidió indagar más a fondo. Después de entrevistar a varios residentes mayores de la zona, se dio cuenta de que la leyenda del gnomo era un tema recurrente en las narraciones populares. Algunos lo describían como un protector de los rincones más antiguos de la ciudad, mientras que otros lo veían como un símbolo de la magia y la esencia de Sevilla.

Laura pasó días investigando en la biblioteca histórica de la ciudad y se encontró con un manuscrito antiguo que hacía referencia a un «guardián de las costumbres» que solía aparecer en momentos de cambio significativo en Sevilla. Sin embargo, nadie sabía con certeza si el gnomo seguía existiendo en el siglo XXI o si era solo una leyenda.

Decidió ir más allá en su búsqueda y, con la ayuda de un grupo de historiadores locales, rastreó información sobre la ubicación probable donde el gnomo solía ser visto con más frecuencia. Este lugar resultó ser un jardín antiguo, rescatado y restaurado en el corazón del casco antiguo de la ciudad.

Un día, mientras exploraba el jardín, Laura se encontró con una figura diminuta tallada en una esquina. La figura parecía ser un gnomo con rasgos marcados y una expresión serena. Laura se quedó perpleja al ver que esta escultura se parecía a las descripciones de los testigos de la leyenda.

Decidió investigar más a fondo y se enteró de que la escultura era obra de un artista local llamado Miguel. Tras localizar a Miguel, este le reveló la historia detrás de la figura. Había esculpido al gnomo en honor a su abuelo, quien le había transmitido la historia del gnomo protector de Sevilla. Miguel, con su habilidad artística, había decidido mantener viva la tradición y crear una figura que recordara a todos la importancia de preservar las raíces de la ciudad.

Laura quedó fascinada por la historia de Miguel y su compromiso con mantener vivas las tradiciones sevillanas. Su artículo sobre el gnomo y la historia de Miguel se convirtió en un éxito en la ciudad y generó un interés renovado en la conexión entre el pasado y el presente de Sevilla.

A lo largo de su investigación, Laura se dio cuenta de que el verdadero «gnomo» no era una figura mágica, sino el espíritu de la tradición y la cultura que perduraba en las historias y las obras de personas como Miguel. Con su trabajo, Laura había encontrado su propia forma de conectar con la ciudad y honrar su herencia mientras abrazaba el mundo contemporáneo.

La historia del gnomo se convirtió en un símbolo de la capacidad de Sevilla para evolucionar sin perder su identidad. Laura siguió explorando y contando historias de su ciudad, siempre consciente de que, en Sevilla, el pasado y el presente podían coexistir armoniosamente, creando una riqueza cultural única en el siglo XXI.