Acepto los lunes,

ese enfado en la mañana. 

El desorden de la casa,

tus prendas y los libros repartidos por la estancia.

Acepto que la niña está creciendo

y ser tu madre, la pesada.

Ya no soy tu confidente,

internet y tus amigos se quedaron con tu lado sonriente.

Acepto tus silencios voluntarios,

las lágrimas cuando no sé qué te pasa.

Tus misterios y tus miedos se dan paso.

Acepto aunque me duela tu distancia

y me veo en tu mirada reflejada.

Cuando crezcas y recorras el camino,

yo estaré aquí 

esperando con anhelo tu llegada.

              Victoria Águila.