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Acto de despedida al profesor del Departamento de Geografía e Historia Fernando Sánchez Mármol

El pasado día 26 de noviembre nos reunimos un grupo de compañeros y compañeras con motivo de la jubilación de nuestro querido profesor Fernando Sánchez, que tras veintitrés años en nuestro instituto ha tomado la decisión de decir adiós a la actividad docente. Profesor de Historia que durante estos años ha desempeñado su labor en los distintos niveles y enseñanzas de nuestro centro: ESO y Bachillerato en diurno y enseñanzas de adultos. Además, ha ejercido funciones directivas (Jefe de Estudios de Adultos), tutoriales y ha sido miembro del Consejo Escolar. En todas y cada una de las tareas desempeñadas en Fernando ha habido siempre un denominador común: la entrega, humildad y sabiduría para atender al alumnado, a las familias y relacionarse con el resto de compañeros que convivimos en el centro (docentes y personal de administración y servicios).

La directora, María Quirós, le dedicó unas palabras de despedidas en las que nos recordó su trayectoria profesional, agradeciéndole su entrega y compromiso con la educación pública, valorando la profesionalidad y humanidad con la que ha desarrollado su trabajo a lo largo de todos estos años.

A continuación, Fernando nos dedicó unas palabras con las que, una vez más, nos transmitió el profundo sentido de nuestra profesión:

PALABRAS DE RECUERDO Y DESPEDIDA A MIS COMPAÑEROS DE DOCENCIA

Queridos amigos/as y compañeros/as

En primer lugar quería agradeceros vuestra presencia en esta despedida y las muestras de agradecimiento que me habéis transmitido, no sólo ahora, sino a lo largo de todos los años que he compartido con vosotros esta actividad docente.

Ante el riesgo de que la impronta emocional me bloqueara, he decidido venir provisto de un escrito, y, esperando  no aburriros ni alargarme demasiado, paso a transmitiros unas palabras de recuerdo, de afecto y de despedida.

Parece ser que el Instituto Cristóbal de Monroy me estaba asignado desde el principio. Fue el primer destino que me dieron cuando pasé las oposiciones (así consta en mis papeles, aunque por conveniencias de una compañera que residía en Alcalá me enviaron a otro centro). Después de algunas expectativas de destino y de algunos años en Sanlúcar de Barrameda, de donde guardo también agradables recuerdos y grandes amigos, pido traslado para Sevilla por cuestiones familiares y… el destino es el I.E.S. Cristóbal de Monroy. Era el año 1996, hace 23 años. Posteriormente podía haber pedido destino más próximo a mi residencia en Sevilla, pero nunca lo llegué a pedir. Pudo más la proximidad de amigos y compañeros, de ambiente y alumnado conocido, que la distancia a mi lugar de residencia.

Cambiando de agujas o de tercio.

Se habla mucho, y en muchos casos se comprende poco, sobre el papel que tiene nuestra profesión en la sociedad. 

Antonio Machado en sus “Complementarios”, comentando un artículo de Pío Baroja, hace la siguiente reflexión: 

“¿A qué debe tender el Estado futuro…? ¿A la producción de la alta cultura o a la difusión de la cultura media? Acaso el deber del Estado sea, en primer término, velar por la cultura de las masas y esto también, en beneficio de la cultura superior. No puede atenderse con preferencia a la formación de una casta de sabios, sin que la alta cultura degenere y palidezca como una planta que se seca por la raíz. Pero los partidarios de un aristocratismo cultural piensan que mientras menor sea el número de aspirantes a una cultura superior, más seguros estarán ellos de poseerla como un privilegio. Arriba los hombres capaces de conocer el sánscrito, y el cálculo infinitesimal; abajo una turba de gañanes que adore al sabio como un animal sagrado… Pero el Estado debe sentirse revolucionario, atendiendo a la educación del pueblo, de donde salen los sabios y los artistas”. (Acaba la cita).

Queridos compañeros, nuestra profesión docente tiene muchos componentes, quizás el principal componente sea el que día a día vamos esparciendo semillas del conocimiento, de la reflexión, de la solidaridad, de la humanidad, de la fusión con nuestro ecosistema; y que a pesar de avatares coyunturales de miopías políticas excluyentes, insolidarias y acumulativas de bienes perecederos, esas semillas germinarán contra la barbarie inculta, egoísta e insolidaria que a veces nos rodea y abruma.

A lo largo de mi vida profesional, casi toda ella dedicada a la docencia, he tenido muchas respuestas y experiencias, la gran mayoría agradables (de las desagradables sacaba la conclusión de superarlas y aprender). De éstas agradables quería resaltar algunas de las ocurridas en el I.E.S. Cristóbal de Monroy, donde he desarrollado la mayor parte de mi profesión docente.

Una de ellas fue la relacionada con la formación de adultos, del nocturno como lo solemos llamar. Destacaría algún aspecto. Uno de ellos era el intentar sacar adelante al mayor número de personas, ya adultas, que por diversas circunstancias estaban abocadas a la marginación cultural y laboral. Había que ponerse en su “pellejo”, había que entenderlos, sabíamos que en muchas ocasiones (no en todas) partíamos de cero o de menos cero; pero el animarlos, motivarlos y transmitirles los conocimientos e información necesaria, les abrió nuevas perspectivas. Muchos de ellos pasaron de la ESA al Bachillerato, y varios también a estudios universitarios, y también varios de ellos accedieron  o mejoraron en su actividad laboral, a pesar de las dificultades que esto supone en estos tiempos y en este país. También llevo gratamente en la memoria las respuestas positivas y el agradecimiento de muchos de estos alumnos de los que también yo aprendí.

Otro aspecto a resaltar en la docencia con adultos era la coordinación que debíamos tener entre nosotros, el trabajo en equipo. Éste se amplió cuando llegó la enseñanza Semipresencial y se nos incorporaban alumnos de otros centros. Para ello tuvimos, primero, que ponernos al día en el manejo de la plataforma digital, hacer nuestros cursos. Cabe destacar en esto la idea de uno de nuestros compañeros, José María García, que siendo más avanzado en el uso de estas tecnologías, organiza un grupo de trabajo con los que estábamos implicados. Esto nos permitía seguir aprendiendo, optimizar recursos y, a la vez, avanzar en nuestra coordinación. Y otro aspecto, y no menos importante: teníamos que coordinarnos con los tutores o profesores de los centros de adultos que se nos incorporaban. Aprendimos entre todos a ponernos de acuerdo en objetivos, metodología, actividades y… fuimos mejorando en nuestro trabajo y resultados (a todos ellos les guardo un grato recuerdo). La labor de los Jefes de Estudio del Nocturno fue clave en esta coordinación. Recuerdo a Paco Cantisán, Curro, Antonio Ladesa y Javier Tormo.

También quiero hacer una referencia al diurno, la formación de nuestros jóvenes adolescentes, en el que también he estado algún tiempo. Este centro es inmenso, la mayor parte de profesores y alumnos están en este turno. Miles de alumnos pasan por sus aulas. Muy complicado, teniendo en cuenta la cantidad, la diversidad, la adolescencia. El que funcione un centro de estas características requiere un gran esfuerzo de coordinación, de trabajos en grupo, de iniciativas que amplíen el campo de lo meramente académico (me consta la generosidad de muchos de vosotros para ponerlas en marcha) y también requiere de una gran labor y dedicación del equipo directivo, liderado por mi querida amiga y compañera María Quirós. Habrá fallos, errores y bajones, fruto del estrés del interior y del que nos viene del exterior, pero este centro, el I.E.S. Cristóbal de Monroy, se ha convertido en una gran referencia de Alcalá de Guadaíra y, gracias a las semillas que diariamente estáis esparciendo, este centro se ha convertido en un  gran semillero de ilusionantes posibilidades y perspectivas futuras.

También quiero hacer una referencia al Departamento de Geografía e Historia del que afortunadamente formo (he formado) parte. Cuando llegamos en el 96 Curro, María y yo nos encontramos con una gran receptividad y cordialidad. En poco tiempo nos pusieron al día de la marcha del departamento, de los grupos, de la metodología, de lo que necesitáramos, etc. Rápidamente encajamos. A lo largo de todos estos años nunca encontramos problemas en quítame esto para ponerme lo otro. Siempre estaba por delante el acuerdo y la generosidad. Tuvimos un buen coordinador, Luis Herrero, que con su buen talante facilitaba la marcha también en la adversidad. Los jefes de departamento siguientes, José Luis (que ya se fue) y Miguel, siguieron y siguen su estela.

Mis recuerdos y agradecimientos también para las personas que se dedican a la administración, conserjería y limpieza cuya, a veces olvidada, labor se hace imprescindible para el buen funcionamiento del centro. Siempre dispuestos a facilitar nuestra labor.

No quiero pasar estas palabras sin traer a la memoria a grandes personas, compañeros y amigos que se nos fueron precipitadamente, dejándonos un gran vacío y ausencia difícil de rellenar. Me refiero a Isidoro Jiménez Zaragoza, al que me unía una amistad entrañable y con quien compartí muchos momentos e ideas y equipo directivo (él fue también director de este centro), a Manuela González Pinto que hacía fácil el inglés a sus alumnos y Julián García de Torres igualmente querido por todos, hasta en Matemáticas.

Por último, solamente deciros por qué y cómo me voy. 

El por qué es que cumplimos años y a mí me llegó la hora. No ha sido fácil tomar la decisión de apartarme profesionalmente de toda una vida dedicada a la educación. Es desconcertante que tengas que abandonar esta actividad de un día para otro sin mediar un tiempo de desconexión donde poder ir adquiriendo otras preocupaciones y obligaciones. Como me comentó mi amigo y compañero Delfín Normando (con quien sigo tomando café junto con Curro), cuando decides irte estás renunciando a un sinfín de alegrías y sinsabores que aporta esta profesión, estás posicionándote ante algo que a priori es desconocido y abandonas algo que ya consideras familiar. 

La incertidumbre y las dudas son mis primeras compañías en estos días que llevo de jubilación.

Os mentiría si os digo que no echo de menos mi vida en este instituto y en otros en los que he desarrollado mi labor docente. Sí, amigos/as (compañeros/as) son muchos los momentos que añoras lo que has dejado atrás, pero – al mismo tiempo- los brazos se abren casi sin darte cuenta a todo lo novedoso que te ofrece la edad en esta nueva etapa. Te apuntas a una escuela de idiomas para retomar esa lengua que deseas perfeccionar, haces algo más de deporte y fundamentalmente te centras en ampliar aquellos estudios y proyectos que dejaste aparcados por múltiples razones. Y también, tiempo para tertulias. Nuestros antiguos compañeros ya jubilados me incorporaron a la tertulia que crearon, llamada “el café de los Martes”, y en la que fundimos los recuerdos pasados con el tiempo presente. No tenemos evaluaciones pero sí comida de Navidad.

El día a día que se plantea en esta nueva vida es apasionante, multiplico la actividad como si me obligaran a ello, sin darme cuenta que poco a poco la llamada jubilación es exactamente eso: una nueva ocupación que te creas sin que nadie te lo pida. Son exigencias que se han ido fraguando a lo largo de toda una vida dedicada a los demás y que a partir de ahora la configuras de forma más libre. La llamada ilusión toma cuerpo en mi nuevo horario, los llamados proyectos de vida me despiertan a diario. En todo ello ocuparé esta nueva fase… de mi nueva vida.

Han sido muchos años en este centro. Me llevo de aquí amigos y amigas muy especiales y que continuaré conservando, y… unos recuerdos que me acompañarán donde quiera que esté a partir de ahora.

Gracias a todos/as por todo.