Este último lunes del primer trimestre, publicamos la actualización de la leyenda de «Los ojos verdes» de Gustavo Adolfo Bécquer. En este caso, Santiago Romero Lobo, Aaron Velilles Maghouza y Raúl Flores Muñoz, alumnos de 4ESO F, han querido ver en la atracción y adicción generada por las sustancias estupefacientes un correlato con la ejercida por los ojos de la amada del relato original. En esta ocasión, incorporamos a la actualización su campaña publicitaria, conformada por cartel y anuncio radiofónico. Dicha campaña constituye el segundo paso de la Situación de aprendizaje desarrollada.

LOS OJOS VERDES 

Esta historia, comienza con tres amigos de Alcalá de Guadaíra, tres amigos en busca de diversión, sin nada que hacer, en un verano cálido, soberbio y aburrido. Estos tres amigos, como de costumbre, salen a la calle buscando matar el tiempo y pasar un buen rato a lo largo del día. Sin embargo, uno de estos tres amigos, llamémoslo Santiago, se aburrió de su vida, era tan monótona, tan triste tan deprimente, que necesitaba algo para hacerlo salir de la rutina. Un día les propuso a sus amigos, llamémoslos Aarón y Raúl, ir al castillo, un lugar al que ningún padre le haría gracia que su hijo estuviera por allí. No obstante, la intención que tenía Santiago, no era la de pasar un rato divertido en ese lugar, sino encontrar algo, algo que le divirtiese que le sacase de la rutina.

-Vamos a pillar porros, un par de gramos de polen, un gramito de María, y vamos que chuta. – 

Sin embargo, sus amigos no estaban de acuerdo. Sabían que eso no era nada bueno y que podría echar su futuro a perder por una simple tontería. 

-Santiago, no digas tonterías anda. ¿Cómo piensas que vas a acabar como hagas eso? Además, es una tontería gastarte el dinero en esa porquería. – 

Pese a las advertencias de sus amigos, la preocupación de sus padres y el miedo que podía llegar a tener por dentro, él decidió ir. 

-No os voy a obligar a que vengáis, pero mi vida es muy triste, sobrepienso demasiado las cosas y necesito algo para que me saque de esto, aunque sea solo un rato. – 

-Santiago ya sabes lo que todo el mundo piensas de la droga: es mala, engancha y no te trae nada bueno. Aparte ya sabes lo que dicen de ese lugar, si entras de allí no sales. – 

Santiago sin escuchar a sus amigos, decidió ir. Fue, encontró el primer camello de poca monta que encontró, compró porros y los fumó. Desde entonces, Santiago comenzó a ir con regularidad a ese sitio. Cada vez empezaba a consumía más, hasta que llegó un punto en el que pasó a las sustancias más fuertes. Empezó a tomar cocaína, heroína, pastillas de metanfetamina; empezó a fumar cristal. Se metía todo lo que podía. Decía que era para evadirse de los problemas de su día a día, que estaba inseguro consigo mismo, que quería huir de su mundo por un momento. Llegó un punto, en el que se acabó alejando de su familia y sus amigos, de toda relación humana, era él y la droga. Se convirtió en un drogadicto. Sus amigos intentaron frenarlo, pero él no les hecho cuenta, les hablaba mal y se ponía violento. Decía que no lo apoyaban, que no la ayudaban, que solamente querían molestarlo y que les dejaran tranquilo. Santiago estaba cautivo por la droga.

Un día, el camello que le pasaba le dijo que podría tener toda la droga que quisiera si trabajaba para él. Él sin duda aceptó. Empezó a pasar por su instituto, en el castillo y por los barrios. Empezó a buscarse problemas, se llevó más de una paliza. Ello ocasionó que terminase yéndose de su casa y para vivir en la calle; sin embargo, él tenía lo que quería: la droga. 

Un día sobrepasó la dosis que podía consumir, hasta el punto de quedar desplomado en el suelo, sin conciencia, muerto. Esto fue lo que le deparó aquel mundo, si simplemente hubiese hecho caso a las recomendaciones de sus amigos, sus padres y toda la familia cercana que tenía, él nunca habría acabado de esta forma. Aún recuerdo las palabras de sus amigos en su funeral: -La droga nunca es la forma de evadirte de los problemas, y el placer y la lujuria nunca pueden estar por encima de tu salud y de las personas a las que quieres. Sé que puede tentar, pero los lugares prohibidos es mejor evitarlos.

Miguel Torres Rodríguez. 

PDTA: Descansa en paz, alumno.