He gastado fortunas en equipos de música. Siento una natural atracción por cualquier cosa que emita sonidos acompasados: un motor de explosión, un ronroneo de gato y por supuesto todo tipo de instrumentos, altavoces, amplificadores y reproductores de todos los formatos de audio conocidos. Siempre me maravilló la posibilidad de registrar una voz o un instrumento en un objeto (un vinilo, por ejemplo) y poder replicar ese sonido que una vez existió hace mucho tiempo y muy lejos de mí. Recuerdo el impacto que supuso para mí saber que el animado cantante de The Beatles que sonaba por los altavoces siempre joven había muerto poco antes de yo nacer. Es…