La vida se abre paso. Y de repente, un hospital, un llanto. De los que trae la vida,  la esperanza y las ganas de luchar por hacerse un hueco en un mundo desconocido. Como las golondrinas que traen la primavera, como el sol que nos calienta el alma o como las sonrisas que te hacen sentir en casa.

La vida se abre paso. Y no podemos hacer  nada para frenarla. Quizás no nos queda más remedio que aceptarlo, asumir la fragilidad y la dureza que tiene la vida. Una dualidad infinitamente manoseada. De la que todos formamos parte.

La vida se abre paso. Va tan rápido que apenas te das cuenta, las emociones se alternan a cada rato. Las lágrimas llegan a las comisuras que marcan las risas. Y de repente, todo ha cambiado. La vida se abre… vuelo.

Alberto Gómez Feria, profesor del Departamento de Lengua y Literatura.