Ya lo dijo nuestro admirado Lorca, “El teatro es una escuela de llanto y de risa”. Nada hay más humano que la risa y el llanto. Todos aprendemos a reír y a llorar de pequeños, cuando nuestras pulsiones primarias no se ven satisfechas. Cuando hacemos teatro, aprendemos a reír y a llorar buscando dentro de  nosotros -o fuera-, los resortes que nos ayudan a sentir como los personajes que pueblan nuestras obras teatrales. Pero lo maravilloso del teatro es que este nos enseña a reír y también a llorar de manera muy diferente.  Y efectivamente, nosotros , los integrantes del grupo de teatro del IES Cristóbal de Monroy, durante los años anteriores a la lamentable situación que nos obligó a bajar el telón durante dos largos años, aprendimos a llorar y a reír en grupo; a llorar y a reír de verdad, al margen de los personajes que con tanto cariño todos y cada uno de los integrantes de nuestro grupo han encarnado. Muchas han sido las risas compartidas, también los llantos. En nuestro espacio, todos cesaron ese lejano día de marzo en el que no solo el teatro, también nuestras vidas se paralizaron. 

¡Pero no nos podemos quedar con eso! Los ecos de las risas de todos estos años nos llevan a todos y cada uno de nuestros actores y actrices. A todos los que formaron parte de nuestra maravillosa familia, la familia del teatro. La familia del Monroy. Todos ellos y ellas, y los personajes que encarnaron, pululan por nuestro centro dejando una huella indeleble, el germen del nuevo grupo que se dispone a llenar nuevamente de risas nuestro escenario. Por ello, esta breve disertación no es un adiós, es un “seguís formando parte de nuestra familia”,  y un “bienvenidos” a todos nuestros jóvenes, diecisiete valientes que están dispuestos a aprender a llorar y a reír en la escuela del teatro.

Carmen Prados García, profesora de Lengua Castellana y Literatura.